Rejuvenecimiento

La búsqueda de un rejuvenecimiento, incluso «curativo», en la transfusión de sangre joven podría quedar aparcada a tenor de los resultados de un nuevo estudio. En Nature Communications, un grupo de investigadores de la Universidad de California en Berkeley estudiando el rejuvenecimiento,  ha desvelado que la acción reparadora de los tejidos que se atribuye en experimentos con ratones al plasma joven no es muy acusada, justo lo contrario que ocurre con la sangre añosa, que sí tiene un claro efecto degenerativo al transfundirse en animales jóvenes.

 

La sangre joven no parece esconder finalmente el elixir de la eterna juventud, pero la añosa podría modificarse para rejuvenecer.
La sangre joven no parece esconder finalmente el elixir de la eterna juventud, pero la añosa podría modificarse para rejuvenecer.

Si bien el plasma joven reactivaba la reparación de los tejidos añosos, mientras que el plasma viejo inhibía la regeneración tisular, esos efectos que se midieron durante seis días de intercambio plasmático terminaron siendo desiguales, y finalmente, la acción inhibitoria de la sangre vieja fue más pronunciada que los beneficios de la sangre joven.

La sangre joven no parece esconder finalmente el elixir de la eterna juventud, pero la añosa podría modificarse para rejuvenecer.
La sangre joven no parece esconder finalmente el elixir de la eterna juventud, pero la añosa podría modificarse para rejuvenecer.

La autora del trabajo, la bioingeniera Irina Conboy, dice que el estudio sugiere que la sangre joven por sí misma no funcionará como un tratamiento eficaz para conseguir el rejuvenecimiento. Es más exacto decir que hay inhibidores en la sangre vieja que necesitamos identificar para revertir el envejecimiento.

Irina Conboy, junto a otros investigadores, presentaron en 2005 un impactante trabajo en Nature que aportaba pruebas sobre el rejuvenecimiento de tejidos en ratones viejos cuando se les sometía a un proceso de parabiosis, por el que se unían quirúrgicamente a los animales para intercambiar la sangre. En los años siguientes, varios grupos científicos han invertido millones en investigar las potenciales propiedades médicas de la sangre juvenil, mientras emergían empresas que veían un negocio en transfundir a los ancianos con sangre de jóvenes.

Lo que demostramos en 2005 fue la evidencia de que el envejecimiento es reversible. Si bien el modelo experimental utilizado en ese de 2005 encontró evidencia de que algunos aspectos del envejecimiento pueden ser revertidos, las técnicas que se emplearon no permitían a los científicos controlar con precisión el intercambio. En el proceso de la parabiosis, la sangre no es lo único que se intercambia, también se comparten los órganos; así, los ratones añosos tienen acceso a pulmones más jóvenes, y a un sistema inmune rejuvenecido, a través del timo, por no hablar del corazón, el hígado y los riñones.

En este nuevo estudio, se ha desarrollado una técnica experimental con la que intercambian sangre entre ratones sin unirlos quirúrgicamente. De esta forma, se controla mejor la circulación sanguínea y la respuesta precisa de cómo los ratones viejos responden a la sangre joven y viceversa. En el nuevo sistema, los ratones están conectados y desconectados a voluntad, eliminando también la influencia de los órganos compartidos.

Terapias antienvejecimiento.
Terapias antienvejecimiento.

De esta forma, averiguaron que el inicio de los efectos de la sangre sobre la salud y la reparación de los diferentes tejidos es muy rápido e incluía el músculo, el hígado y el cerebro. Los efectos se observaron alrededor de 24 horas después del intercambio. No obstante, en muchos de los experimentos, constataron que los ratones más viejos que recibieron sangre más joven obtuvieron mejoras ligeras o no significativas en comparación con los ratones viejos que mantenían la sangre vieja.

Los ratones jóvenes que recibieron sangre más añosa, sin embargo, experimentaron un mayor declive en la mayoría de tejidos u órganos. De forma importante, este patrón se encontró en la neurorregeneración: los ratones jóvenes empeoraron en su desarrollo neuronal al recibir sangre añosa, y en cambio, «la sangre joven no mejoró la neurogénesis cerebral bajo ningún concepto en nuestros experimentos», recordó Conboy. «La sangre vieja parece contar con inhibidores en la salud y crecimiento celulares que debemos identificar y retirar si queremos mejorar la memoria».